Desde chico siempre me han fascinado las espadas. Cuando tenía 4 o 5 años me la pasaba "recortando" las puntas de las plantas del fondo de mi casa con un palo, a modo de espada.
Luego, de a podo fui aprendiendo a usar alguna herramientas del taller de mi padre, y la que más me cautivó fue el esmeril. Con un esmeril, uno puede afilar las espadas! fabrique algunas espadas con chapas de techos, que podía cartar con una tijera de metales, pero se doblaban fácilmente. Ninguna de esas espadas era muy buena, y no recuerdo que pasó con ellas, cuando me aburría de una la desarmaba y fabricaba otra.
Luego, más de grande, fui estudiando y aprendiendo sobre todos los tipos de espadas que existen. En particular me gustan mucho dos clases de espadas, de dos culturas diferentes:
La hispaniensis Gladius, de los romanos, y la Katana, de los samurais japoneses.
La espada Gladius tiene una punta muy afilada, perfecta para penetrar armaduras y para empujar. Es una espada corta que permite ser usada en entornos caóticos y con poco lugar para moverse. Su uso principal es para dar estocadas. Es una arma brutal (todas las espadas lo son) para combate cuerpo a cuerpo cercano. Quizás sea una cuestión cultural, o quizás algún rezago genético, algún eco que resuena en la cabeza, pero siento un especial cariño por esa clase de espada. Es muy sencilla y poco pretenciosa, pero tremendamente efectiva.
Quizás sintetiza las características del soldado romano, sin tantos adornos, afeitado y con el pelo corto para evitar darle al enemigo un punto de agarre, pero completamente letal y efectiva en el combate.
Los romanos fabricaban sus gladius de acero, pero los griegos las fabricaban de bronce, posiblemente Aquiles haya utilizado una espada muy similar a esta para asediar la ciudad de Troya.
La Katana es la espada del Samurai, una clase de guerreros japoneses por la que siento un profundo aprecio. Su rol principal es especializarse en el corte, y no en la estocada. Su filo incriblemente afilada, su bajo peso, la distribución del centro de gravedad ligeramente hacia adelante y el grosor y firmeza de su hoja la hacen especialmente apta para cortar casi cualquier material orgánico en un solo movimiento.
Intentar fabricar una katana es un viaje de ida al universo del acero y sus propiedades. Los artesanos que creaban las katanas no disponían de acero uniforme o libre de impurezas, solo tenían un material llamado Tamahagane. Es una mezcla de hierro y carbono, una clase de acero pero que no ha alcanzado suficiente temperatura para volverse líquido, sino que ha sido sinterizado con calor y golpes. Todo el proceso de doblar el acero una y otra vez es parte de tener que lidiar con las impurezas y el exceso de carbón en la hoja. Pero finalmente, el largo proceso culmina con una hoja espectacular, de un acero muy duro (con mucho carbono) y un acero más blando en su interior.
Las katanas más preciadas son aquellas en las que se puede apreciar el Hamon, un ligero cambio en la reflectividad del acero causada por las diferencias en las temperaturas a la que ha sido templada. Como los artesanos no disponían de aceites para templado que pudieran disminuir la velocidad a la que se enfría la hoja, inventaron un método para poder templar la hoja en agua corriente, recubriendo toda la katana en una fila película de arcilla. El Hamon refleja la ubicación de los distintos tipos de arcilla en la hoja y el Hamon más bello y difícl de lograr es aquel que se asemeja a las nubes en el atardecer.
Luego, de a podo fui aprendiendo a usar alguna herramientas del taller de mi padre, y la que más me cautivó fue el esmeril. Con un esmeril, uno puede afilar las espadas! fabrique algunas espadas con chapas de techos, que podía cartar con una tijera de metales, pero se doblaban fácilmente. Ninguna de esas espadas era muy buena, y no recuerdo que pasó con ellas, cuando me aburría de una la desarmaba y fabricaba otra.
Luego, más de grande, fui estudiando y aprendiendo sobre todos los tipos de espadas que existen. En particular me gustan mucho dos clases de espadas, de dos culturas diferentes:
La hispaniensis Gladius, de los romanos, y la Katana, de los samurais japoneses.
La espada Gladius tiene una punta muy afilada, perfecta para penetrar armaduras y para empujar. Es una espada corta que permite ser usada en entornos caóticos y con poco lugar para moverse. Su uso principal es para dar estocadas. Es una arma brutal (todas las espadas lo son) para combate cuerpo a cuerpo cercano. Quizás sea una cuestión cultural, o quizás algún rezago genético, algún eco que resuena en la cabeza, pero siento un especial cariño por esa clase de espada. Es muy sencilla y poco pretenciosa, pero tremendamente efectiva.
Quizás sintetiza las características del soldado romano, sin tantos adornos, afeitado y con el pelo corto para evitar darle al enemigo un punto de agarre, pero completamente letal y efectiva en el combate.
Los romanos fabricaban sus gladius de acero, pero los griegos las fabricaban de bronce, posiblemente Aquiles haya utilizado una espada muy similar a esta para asediar la ciudad de Troya.
La Katana es la espada del Samurai, una clase de guerreros japoneses por la que siento un profundo aprecio. Su rol principal es especializarse en el corte, y no en la estocada. Su filo incriblemente afilada, su bajo peso, la distribución del centro de gravedad ligeramente hacia adelante y el grosor y firmeza de su hoja la hacen especialmente apta para cortar casi cualquier material orgánico en un solo movimiento.
Intentar fabricar una katana es un viaje de ida al universo del acero y sus propiedades. Los artesanos que creaban las katanas no disponían de acero uniforme o libre de impurezas, solo tenían un material llamado Tamahagane. Es una mezcla de hierro y carbono, una clase de acero pero que no ha alcanzado suficiente temperatura para volverse líquido, sino que ha sido sinterizado con calor y golpes. Todo el proceso de doblar el acero una y otra vez es parte de tener que lidiar con las impurezas y el exceso de carbón en la hoja. Pero finalmente, el largo proceso culmina con una hoja espectacular, de un acero muy duro (con mucho carbono) y un acero más blando en su interior.
Las katanas más preciadas son aquellas en las que se puede apreciar el Hamon, un ligero cambio en la reflectividad del acero causada por las diferencias en las temperaturas a la que ha sido templada. Como los artesanos no disponían de aceites para templado que pudieran disminuir la velocidad a la que se enfría la hoja, inventaron un método para poder templar la hoja en agua corriente, recubriendo toda la katana en una fila película de arcilla. El Hamon refleja la ubicación de los distintos tipos de arcilla en la hoja y el Hamon más bello y difícl de lograr es aquel que se asemeja a las nubes en el atardecer.
Finalmente, luego de aprender todo esto acerca de las katanas, no quedó otra alternativa que fabricar una, por mi cuenta.
En el universo expandido de Stars Wars, un Jedi debe ser capaz de fabricar su propio sable láser, por su cuenta, sin ayuda, utilizando el poder de la Fuerza. La idea siempre me pareció fantástica. Lamentablemente, luego de investigar mucho descubrí que históricamente los samurais no fabricaban sus propias katanas, las hacía un artesano-sacerdote sintoista. Pero nunca hay que dejar que el rigor histórico destruya una buena idea. Un Jedi-Samurai moderno debe ser capaz de fabricar su propia katana, con mínimas herramientas, en cualquier circunstancia. Si su arma se pierde, se daña o se la roban, debe ser capaz de fabricar otra.
Neal Stepehenson creó el término Redneck Katana para denominar un trozo de acero de construcción, con un mango hecho de cinta y tela, que se utiliza para practicar. La idea de la Redneck Katana es utilizar una espada más pesada para entrenar, de forma que al tener que usar la espada verdadera, esta se sienta increíblemente ligera y liviana.
Sin dudas, el camino de iniciación, la primera prueba a superar, es poder fabricar una Redneck Katana, con cualquier trozo de acero que encuentras alrededor y cualquier herramienta que tengas a mano. ¿Es una copia de los Jedi? En parte. ¿Quiero fundar una nueva religión de guerreros espirituales? Por supuesto, pero primero tengo que ser capaz de superar todos estos retos por mi cuenta para demostrar que es posible. Un Samurai moderno tiene que poder crear su katana con cualquier cosa, en cualquier lugar, bajo cualquier circunstancia.
En mi caso particular, encontré un retazo de acero del tamaño justo por un precio irrisorio ($100 pesos argentinos, o 6,6 altos guisos de 2011). El acero es SAE 1045, lo que implica que tiene 0.45% de carbono. No va a conservar su filo indefinidamente, pero es posible templarla y se puede procesar con limas de mano y una amoladora chica.
Pacientemente fui esmerilando el acero hasta darle su forma correcta, con la amoladora de mano y luego, una noche fría de Agosto, la calenté hasta que tomó un color rojo profundo y dejó de ser magnética, y la templé en agua helada. El proceso fue complicado y confuso, porque estaba improvisando absolutamente, pero la perseverancia obtuvo sus frutos. Así es como mi Katana obtuvo su Tamashi, su alma.
Luego fabriqué la empuñadura de madera con un formón y limas de madera, grabé mi nombre en la parte de acero que va recubierta por la empuñadura y fabriqué un Fuchi con una pieza de caño estructural, y por supuesto el Habaki con una pieza de bronce que soldé con estaño y plomo a la hoja. La Saya, la funda o vaina, la fabriqué con un caño de Polietileno, calentado y moldeado hasta que tomó la forma.
Ahora... ahora comienza el proceso más largo, el pulido y afilado. Pero ha sido un viaje increíble. Lo que más me llama la atención es que una vez que uno fabrica una Katana en la vida real, de pronto la tiene disponible en sus sueños. Si te persigue un monstruo en tus sueños, puedes recurrir a tu katana para enfrentarte con él.
Para darle un poco más de.. carga espiritual, la dejé apuntando a la luna llena un día que se produjo una alineación planetaria.
Espero ver sus katanas.
Hasta la próxima!
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